El oído externo está formado por partes muy bien definidas y diferenciadas. Pero para conocer la anatomía del oído externo debemos tomar como referencia el pabellón auditivo de la oreja (también llamado aurícula) y el conducto auditivo externo. Estas son las dos partes que conforman el oído externo. Vamos a conocer mejor cómo se define y actúa cada una de ellas dentro del sistema auditivo.
Antes de adentrarnos en la anatomía completa y en el dibujo del oído, empecemos por definir qué es el oído externo. Es la parte exterior del oído que recoge las ondas sonoras y las conduce hasta el oído interno. Capta el sonido y los transporta hacia la parte media e interna del oído.
Resulta complicado poder ver y descubrir cómo está formado nuestro oído internamente. Cuando acudimos a un otorrino a realizarnos una revisión auditiva se comprueba el estado de la salud de nuestros oídos. Solo en ese caso, tras realizarse la prueba y obtener los resultados, el especialista puede mostrarnos la estructura interna del oído.
Sin embargo, el pabellón auditivo es una de las partes del oído que sí podemos ver. De hecho, es la única parte visible del oído. La oreja, como es comúnmente conocido, presenta una forma helicoidal característica. Está compuesta por el cartílago de la oreja, parte que posee la forma del extremo de una trompeta, y por piel gruesa. A su vez, está formado por el hélice, lo fosa escafoidea, antihélice, concha, antitrago, trago y lóbulo, la parte más inferior de todas.
Para comprender mejor esta explicación, diremos que el pabellón auditivo es una especie de embudo que ayuda a conducir el sonido hacia la parte interna. Se trata de una parte cuya función es la comprensión del sonido, ya que si no existiera, el sonido llegaría directamente al conducto auditivo y se perdería gran parte del sonido haciendo difícil el proceso de audición.
Dentro de esta cavidad tiene lugar la presencia de la presión del aire. La resistencia del aire en el interior del oído es mayor que en el exterior, es por ello que, el pabellón auditivo es una parte esencial del oído, ya que es un paso intermedio entre el exterior y el interior para bascular esa diferencia de presión.
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Es la parte que continúa la ruta que harán las ondas sonoras dentro del oído. El canal auditivo mide de 2,5 cm a 3 cm de longitud y 0,7 cm de diámetro y tiene forma de “s” itálica aplanada que mantiene bien protegido al tímpano. Concretamente son esos dos o tres centímetros de longitud los que recorre el sonido antes de llegar a la membrana timpánica. Además, es capaz de determinar la amplificación de la onda sonora que recibe el oído de cada persona.
El conducto auditivo externo está formado por dos partes bien localizadas:
Si no sabes si el tímpano pertenece al oído externo o al oído medio, la respuesta correcta es que se encuentra entre el conducto auditivo externo y el oído medio. La membrana timpánica es una porción de tejido fibroso y elástico. La definición del tímpano no se entiende sin la mención a la cadena de huesecillos: martillo, yunque y estribo que funcionan como amplificadores en la asistencia al tímpano.
Básicamente si te estás preguntando qué hace el oído externo, la respuesta más sencilla se reduce a captar las ondas sonoras y conducirlas hasta el conducto auditivo.
Si el oído está sano, la conducción de estas ondas sonoras llegarán perfectamente hasta el cerebro para que las interprete. Si el oído sufre de pérdida de audición, las complicaciones en la transmisión serán evidentes y, por lo tanto, la escucha aparecerá distorsionada.
Las patologías asociadas al oído externo podemos resumirlas en: malformaciones (congénitas o adquiridas), infecciones, traumas o tumores. Asociado a ellas puede aparecer la hipoacusia, la pérdida auditiva en uno o en los dos oídos.
Pero la patología o molestia más frecuente en el oído externo tiene al cerumen como punto de partida. La cera actúa como escudo frente a la producción de infecciones en el oído y es, precisamente, en el conducto auditivo externo donde se produce el cerumen que se desplazará hasta el exterior de la oreja para la limpieza del oído y debido a los movimientos de la mandíbula. La cera es la principal causa de que se produzcan tapones de cera. La acumulación de ella puede llegar a causar pérdida auditiva y taponamiento de oído o, incluso, llegar a presionar el tímpano y causar vértigos.
Tampoco conviene olvidar la otitis externa u otitis de nadador, que aparece cuando se infecta, inflama o se irrita el canal auditivo externo y la parte externa del oído.
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