Los audífonos son un invento que llegaron al mundo para hacer más felices a las personas con pérdida auditiva, permitiéndoles tener una vida prácticamente normal.
Los continuos avances tecnológicos hacen que estos pequeños pero esenciales aparatos se hayan vuelto cada vez más accesibles y adaptables para cualquier tipo de paciente.
¿Conoces las partes que forman un audífono? Sigue leyendo, más abajo te lo contamos.
Los audífonos son los dispositivos auditivos más efectivos para tratar la pérdida auditiva en diferentes grados.
Cuando la pérdida auditiva comienza a dar las primeras pistas de su presencia, no es tan fácil de identificar ya que, hasta que no se convierte en un obstáculo para la comunicación, no somos conscientes de que algo está fallando. Por eso son tan necesarias las revisiones auditivas periódicas, porque detectan de manera temprana si existe algún tipo de daño en la capacidad auditiva.
En caso afirmativo, aunque depende del grado de hipoacusia, es aconsejable el uso de alguna solución auditiva. Un audioprotesista será el encargado de evaluar el estado auditivo del paciente y si su caso requiere del uso de audífonos.
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Los audífonos se convierten en los fieles compañeros de las personas con discapacidad auditiva pero, ¿qué sabemos realmente de ellos? Para entender mejor cómo funcionan los audífonos es importante conocer las partes que lo componen. Te las explicamos a continuación:
Puede haber uno o dos. Es la parte del audífono que recoge los sonidos. Su función es transformar las ondas sonoras en impulsos eléctricos.
A continuación del micrófono se encuentra el procesador digital, cuya función es transformar las señales eléctricas recogidas por el primero en señales digitales. Con este proceso se pretende atender detalladamente a las necesidades auditivas de cada paciente, ya que lo que se consigue es que se amplifiquen las frecuencias y se reduzcan los sonidos exteriores para dar prioridad al habla. En definitiva se producen una serie de mejoras notables en el sonido original.
Los audífonos también cuentan con un receptor, que conduce el sonido al conducto auditivo para que el cerebro pueda descifrarlo. Su aspecto es parecido al de los micrófonos y, según el modelo, el receptor se situará en una parte u otra del audífono. Es decir, en algunos puede estar conectado a un tubo que se inserta directamente en el molde ubicado en el canal auditivo. Por ejemplo, en los audífonos intracanales, el receptor irá dentro del conducto auditivo, y en otros estará situado en una carcasa detrás de la oreja.
En los audífonos más modernos, el control de volumen es automático, es decir, que se regula solo con el simple cambio de ambientes y ruidos. Sin embargo, hay algunas personas que prefieren regular esta función de manera analógica a través de una pequeña ruedecilla.
Es la parte del audífono que se coloca directamente en el canal auditivo y que transmitirá el sonido a nuestro oído. Están hechos de plástico o acrílicos y su forma y tamaño dependerá del modelo de audífono elegido y el tipo de pérdida auditiva que sufra el paciente.
Suele estar al lado del botón apagar/encender y es donde se encuentra el “corazón” del audífono. Generalmente, las pilas más usadas son las llamadas “zinc-air”, con componentes de oxígeno. Dependiendo de las funciones de cada audífono, las pilas durarán de 3 días a 2 semanas. Los audífonos recargables funcionan con una batería de litio con una independencia de entre 12 y 16 horas.
Los audífonos pueden parecer dispositivos complejos, pero su funcionamiento es rápido y eficaz y ayudan al paciente a percibir los sonidos como si sus problemas de audición no existieran. Por eso, cada vez son más las personas que dejan atrás los prejuicios estéticos relacionados con los audífonos y se animan a usarlos con total naturalidad.
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