La hiperacusia o algiacusia no es un tipo de pérdida auditiva, sino un síndrome que se caracteriza por la intolerancia a sonidos cotidianos que suceden alrededor de la persona que lo padece.
Se trata de una hipersensibilidad acústica hacia sonidos normales que la persona hiperacúsica califica como molestos.
Las personas que no padecen hiperacusia quizás no entiendan como sonidos cotidianos como por ejemplo: el roce de prendas de tela, ladridos de perro, silbidos, el ruido de los fuegos artificiales, ciertas risas, la sirena de una ambulancia o de un camión de bomberos…sean tratados como intolerables y desquiciantes para otras personas. No se trata de una fobia a ruidos fuertes, sino una hipersensibilidad al ruido o a determinados sonidos que se encauza en varios síntomas donde buscar su explicación:
La raíz de la tolerancia se encuentra en que una persona con audición normal puede soportar sonidos hasta los 120 dB sin malestar cuando las personas con hiperacusia están por encima de los 90 dB.
Aunque los síntomas de la hiperacusia parezcan muy normales y conocidos por todos, a día de hoy, se siguen investigando las causas que la originan. Lo que sí está verificado es que puede afectar a personas de todas las edades y que no entiende de géneros. Las causas de la hiperacusia que más se barajan son varias:
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Según las causas que originan la hiperacusia y según la opinión de los expertos, la hiperacusia “es una condición anormal por la que un individuo no es capaz de tolerar los sonidos que le rodean a partir de una determinada intensidad”. Como comentábamos, se trata de un síntoma asociado al tinnitus que lleva implícita la hipersensibilidad auditiva, es decir, la irritabilidad hacia ciertos sonidos ambientales.
A la pregunta de si la hiperacusia tiene cura, responderemos que la solución más efectiva para tratar la intolerancia a ciertos estos sonidos pasa por la reeducación del oído. A través de entrenamientos auditivos y de terapias del sonido se busca eliminar la sensibilidad acústica del paciente. Para las sesiones de esta terapia sonora se utilizan ruidos blancos en bucle. Sonidos relajantes y apacibles que fomentan el grado de concentración en los que el audioprotesista o audiólogo modula su volumen -incrementándolo según avancen las sesiones- para que el paciente vaya acostumbrándose a ellos.
Al igual que hay niños que nacen con el don para la música o la pintura, hay otros que nacen con una sensibilidad auditiva especial. Son los llamados niños hiperacúsicos.
Tengamos en cuenta que, en los niños, el oído está en plena fase de formación. Por lo que la sensibilidad puede llegar a ser mayor. El niño sufre ataques de pánico, cuadros de ansiedad, rechazo a socializarse con los demás…y en muchas ocasiones, llega a confundir la hiperacusia con el autismo.
Ante cualquier sospecha de padecimiento de la hiperacusia, debes acudir a un especialista experto en audición y psicología. Como complemento, las familias pueden habilitar espacios y tiempos de silencio para facilitar el descanso y fomentar el contacto con la naturaleza también puede ayudar a la relajación y grados de expresión del niño.
Todavía no existen suficientes estudios que demuestren que la hiperacusia es hereditaria pero, en muchos casos, sí que se ha observado que puede ser aprendida. Los niños suelen imitar los comportamientos de los padres y no es de extrañar que si alguno de ellos siente molestias causadas por ruidos fuertes, sus hijos tengan el mismo comportamiento aunque no necesariamente presenten esa sensibilidad.
Las principales causas para la hiperacusia en menores son las siguientes:
Para ayudar a tu hijo es recomendable ir restando sensibilidad antes esos estímulos molestos e ir acostumbrándolo poco a poco a los sonidos fuertes. Tiene que ser un proceso progresivo y suave, es decir, con estímulos agradables como la música, por ejemplo. Poco a poco el niño irá desarrollando tolerancia.